La primera constitución española fue jurada en la ciudad de Cádiz en el año 1812. Pero dos años después, cuando se restableció el absolutismo, el rey Fernando VII la abolió. No sólo suspendió su vigencia, sino que quedó terminantemente prohibida la sola mención de su nombre. Lejos de someterse a esa medida arbitraria, los partidarios de la constitución encontraron la forma de referirse a ella, sin necesidad de mencionarla: como había sido promulgada el día 19 de marzo -festividad de San José-, la bautizaron La Pepa (recuérdese que Pepe es el hipocorístico o diminutivo cariñoso de José) y así fue como surgió el grito de ¡Viva la Pepa! para reemplazar el de ¡Viva la Constitución!, considerado entonces subversivo.